viernes, 17 de febrero de 2012

La biblioteca de los sueños


Desde el 2001, la Escuela convoca el concurso Antonio Villalba de cartas de amor. Este año, en su XI edición, hicieron extensiva la invitación a los estudiantes del máster de Narrativa para formar parte del jurado. Quizá merezca otra publicación comentar la experiencia de la lectura de cartas de amor —alrededor de cuarenta entre la primera y la segunda ronda dentro de un total de más de trescientas— un 13 de febrero del año 2012, en víspera de San Valentín y en Madrid. Tuve dos preguntas lo suficientemente intrigantes y persuasivas al momento de tomar la decisión de formar parte del jurado (una mía y otra de Carver): qué se escribe y cómo en una carta de amor en esta primera docena del siglo XXI y, naturalmente, de qué hablamos cuando hablamos de amor. Queda esta digresión para una tarde de laúd bajo una escalera.

La carta ganadora «La biblioteca de los sueños» pertenece a la autora Isabel Cuevas. En el segundo y tercer lugar, figuraron dos cartas finalistas: «Por el bien de Lili» de Nacho Viñuela y «Veneno para grillos» de Salvador J. Tamayo, respectivamente. Enhorabuena a estos tres textos y a sus autores. A continuación, copio la carta ganadora para aquellos a los que también les pueda la intriga (a Isabel mi gratitud por permitirme publicarla).


La biblioteca de los sueños

I

He construido una biblioteca, Roxanne. En la salita de la izquierda, la que hace pared con el comedor, he construido una biblioteca. Tenía algo de tiempo y primero ha sido un estante y luego otro y al final he terminado por llenar todas las paredes. Si no fuera porque Frances dijo que si tapaba la ventana, me llevaría al psiquiátrico, hubiera puesto un estante también para tapar el sol. El sol desde que te fuiste quema demasiado y a mí ya no me quedan ganas de mirar lo alto que está, pero Frances se ha puesto serio con aquello y he tenido que dejar la ventana intacta. De todas formas, él no sabe que la biblioteca no es para guardar libros. Los libros ya se guardan dentro de sí mismos, Roxanne, esto ya deberías saberlo. Necesito clasificar mis sueños. Tengo 12 estantes y necesito llenarlos de sueños.

II

El chico de los Campo me ha llamado papá. El pequeño, el de los bucles negros, ha venido por el portal corriendo y gritando papá, papá, papá. A veces aletea, ya te lo dije, que aletea como una mariposa. Venía corriendo y aleteando y yo no le he dicho que no era su padre. Le he cogido y le he llevado a casa. A Berta le gusta que le lleve al chico a casa. Siempre abre la puerta en camisón y me dice que pase y si no fuera por ti, Roxanne, ya lo hubiera hecho. Si no fuera por ti y por el sol, que desde que te fuiste quema demasiado.

III

Es fácil atrapar un sueño. Es una de esas cosas que parecen imposibles. Atrapar sueños, digo. Supongo que te imaginas alguien que va detrás de un sueño, para que no se escape. Al chico de los Campo aleteando para atrapar sueños, pero no es así. Así no se hace Roxanne, así se escapan. Los sueños son horriblemente rápidos como para ir detrás de ellos. Tengo puesto el despertador a las 5:32, todos los días suena a las 5:32. Solo para atraparlos, Roxanne, es así como se hace. Me despierto soñando, me despierto en medio de un sueño. A veces estoy simplemente en un autobús y otras a punto de salvar la tierra de un meteorito. En seguida me despierto en la cama y noto que el meteorito me va a aplastar ahí mismo. Hay que cerrar los ojos. Es fácil Roxanne, tienes que cerrar los ojos y echar fuera el sueño. Te digo que es fácil. Antes simplemente hacía eso, echarlos fuera, pero desde que construí la biblioteca he decidido clasificarlos. Quiero guardarlos todos y luego volverlos a soñar. Por eso llevo una semana durmiendo en la salita. Ahora, cuando me despierto, en vez de echarlos fuera, los agarro, como cuando cojo al chico de los Campo, y los subo a la estantería.

IV

Hoy me he vuelto a encontrar al chico de los Campo en el portal, Roxanne. Estaba chupando una piruleta y se ha quedado mirándome. Esta vez no me ha llamado papá y yo le he cogido y le he subido a casa. Berta me ha dicho que el chico ha dejado de morderse. Por lo visto, antes se mordía los brazos o algo así y ahora solo mira.

V

Frances se está preocupando porque duermo en la salita. Dice que como siga así me va a tener que llevar al psiquiátrico y yo le he dicho que solo lo hago para no pensar en ti, que el resto de la casa hace demasiado daño. Como no le he dicho lo de los sueños, hoy ha venido con dos cajas de libros para mis estanterías. Ha traído Nabokovs y mucha literatura francesa y me ha ayudado a colocarlos. De momento tengo tres estantes ocupados de sueños y dos de libros. Ni siquiera sé lo que puede pasar si se mezclasen los dos en un mismo estante.

VI

Llevo doce días durmiendo en la salita y ya tengo la mitad de los estantes ocupados. Decidí clasificar los sueños por temas: los de animales por un lado, los de superhéroes por otro, los de muertes por otro… Los tuyos, Roxanne, van a parte. He hecho un estante solo para ti y te sorprenderá saber que está casi lleno. Llevo doce días y ya tengo casi la mitad ocupados. He pensado que tal vez debería haberlos clasificado por orden alfabético, ya sabes, los Balzac a un lado y los Perec y los Proust al otro.

VII

Hoy no ha aparecido por el portal el chico de los Campo, así que he subido para preguntar que le pasaba. Berta me ha abierto vestida y me ha dicho que el chico estaba perfectamente, que incluso había dejado de aletear. Pero yo ni siquiera la he escuchado. La he visto allí, tan vestida, tan tapada, Roxanne, que he necesitado desnudarla. He pasado yo sin que me lo ofreciera y le he puesto el dedo en la boca para que no hablara. Se lo he hecho con fuerza, Roxanne, y luego me he vuelto a la salita. El sol quemaba y he empezado a tapar la ventana. Necesitaba más estantes. Necesitaba un estante para ella.

VIII

Frances me ha dado un ultimátum: o salgo de la salita o me encierra en un psiquiátrico. La ventana ya esta tapiada entera y aunque él no lo sabe, casi todos los estantes están
llenos de sueños. Me trajo literatura Rusa y Polaca que he tenido que esconder debajo de la cama porque ya no entran, así que le he dicho que se la presté a la parroquia, para que los críos leyesen.

IX

Últimamente paso mucho a visitar al chico de los Campo. Primero se lo hago a Berta y la mando callar y luego voy a verle. Él ha dejado de mirarme, ahora ni aletea, ni muerde ni nada, simplemente dice papá y luego se queda en una esquina.

X

Roxanne, esto es el fin. He llenado la salita de sueños. Ayer saqué todos los libros de las estanterías y esta noche no he dejado de soñar. Ya ni siquiera sé clasificar mis sueños y ahora vagan a sus anchas por ahí. Esta mañana, después de hacérselo a Berta, he venido a la salita y me he encontrado con que todos los sueños se habían mezclado, que saltaban de un lado a otro, que hasta se escapaban por la puerta. El dinosaurio comiéndose a Berta y el meteorito con forma de autobús cayendo desde un ascensor. He tirado los estantes abajo, Roxanne, todos y cada uno y he abierto la ventana para que se fueran. Pero cuando ya se estaban yendo, cuando ya desfilaban los dinosaurios y los Nabokovs y los autobuses y los meteoritos por el cielo, he visto algo al fondo. He necesitado abrir mucho los ojos, Roxanne, para ver como el chico de los Campo se iba, aleteando por la ventana. Te digo que he necesitado abrir mucho los ojos, porque no sabes, ni siquiera puedes imaginar, como quema el sol desde que te fuiste. 

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